Estoy seguro de que Dios, quién comenzó hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese…” Filipenses, 1:6
Es muy interesante pensar en este texto paulino, pues ya mucho se ha escrito sobre el, pero creo que como la Palabra de Dios es viva, entonces en ella siempre habrá palabra para la vida. El texto en pauta tiene varios puntos que llaman la atención. En primer lugar, Dios es “quien comenzó hacer su buena obra en ustedes”.
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Un segundo aspecto que este texto muestra, es que Dios “la irá llevando”. Esta es una frase que destruye todos los programas, estudios y realizaciones humanas que intenten apurar el crecimiento espiritual, en otras palabras los programas mágicos que traigan una mejor calidad de vida cristiana o de calidad es nula. Al mismo tiempo todo plano de crecimiento en serie es anulado por esta frase. El sujeto que lleva el crecimiento espiritual no es el hombre, es Dios. Debemos permitir y entender que Dios trabaje en nuestro crecimiento. Y en esto no hay dudas que hay respeto a la individualidad del ser humano.
Tercer aspecto que debe ser destacado en el texto se relaciona al hecho que el trabajo de Dios conduce “a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”, esto significa que el buen fin solamente Dios lo conoce. El aspecto bueno no tenemos como medirlo entre los seres humanos. Hay diversas circunstancias en las cuales Dios tiene que trabajar en seres humanos que son diferentes y con experiencias diferentes. El discurso padronizado de lo que es bueno siempre estará destorcido del padrón divino. Solo Dios tiene la medida para poder medir. No hay “santificometro” que muestre quien es más o menos espiritual. La única seguridad que tenemos es que Dios quiere llegar con cada cristiano hasta el fin y en la medida que a él le cabe decir.
Concluyendo, vivir debajo de la gracia divina es permitir que Dios trabaje libremente en nuestras vidas y en la formación de nuestro ser. La comprensión de esta gracia conduce al cristiano a vivir en adoración a Dios y no en sumisión a un sistema, o leyes moralistas.
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